No hay comida buena o mala, solamente dietas buenas y dietas malas. El arroz merece el mismo trato que las patatas, el pan u otros cereales: poca cantidad, y mucho mejor mejor si es integral.
El arroz es el alimento básico de la mitad de la población mundial, pero eso no quiere decir que constituya una comida completa. Esta es la razón: En el grano de arroz hay sobre todo almidón. La cáscara y el gérmen del grano contienen un montón de cosas interesantes, como vitaminas del grupo B, fósforo, potasio, etc.
Cómo no, esa parte interesante del arroz se elimina industrialmente, y se vende el arroz blanco. Almidón casi puro.
El arroz blanco tiene el clásico problema de los cereales refinados: el índice glucémico. Desprovisto de la fibra, el almidón se absorbe rápidamente y hace aumentar el nivel de glucosa en sangre. Si vas a correr un maratón, eso es genial, necesitas combustible. Pero si te sientas en el sillón, la reacción del cuerpo es segregar insulina para eliminar esa enorme cantidad de glucosa. ¿Cómo? Convirtiéndola en grasa que se deposita en tus michelines.
El arroz integral, además de conservar los nutrientes de la cáscara, tiene un índice glucémico más bajo. Es decir, se absorbe más lentamente y no provoca esa montaña rusa de insulina tan dañina para tu cintura.
Come menos arroz y sustitúyelo por legumbres: judías, lentejas, garbanzos o brotes germinados. Conseguirás hidratos de carbono que se absorben lentamente y de regalo, un buen montón de vitaminas y minerales.