¡Suerte la de Brasil!:
Dilma, la presidenta, afirma que las grandes naciones no se deben medir por indicadores económicos, sino por lo que invierten en educación.
El gigante sudamericano, que invierte actualmente un 5% del PIB, planea aumentarlo hasta un 7% en la próxima década. Los pesos, en el país carioca, se ponen donde indican las palabras. Allá nadie se cree eso de que la buena educación no necesita dinero.
Aquí, mientras tanto, seguimos con la política conformista de hacer menos de lo que se pueda. La diferencia: ellos despertarán prósperos y nosotros seguiremos durmiendo pobres. ¡Mala suerte la nuestra!
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